jueves, 28 de julio de 2016

Viaje.

Vamos en un auto que nunca manejamos a ciento cincuenta mil kilómetros por hora. O bueno, capaz a menos.  El ambiente es un poco tenso. Aparentemente sé manejar, nunca me había percatado de eso. Creo que en realidad estoy aprendiendo en el momento y a mi acompañante le pasa lo mismo. El camino no es del todo bueno pero confiamos en el auto. Hay pozos, lomos de burro y animales que se cruzan. Hay que sortear todo sin detener la marcha. Se pone cada vez más vertiginoso pero nos gusta. No sabemos cuánto falta pero siempre seguimos.
En realidad vamos a un ritmo normal y los acelerados somos nosotros. El camino es muy tranquilo. Tanto que no sé si el auto está en marcha o nos detuvimos a charlar, distraídos como siempre. Adentro huele rico y escuchamos, obviamente, nuestros discos favoritos. Tenemos todo el tiempo del mundo y lo sabemos. Queremos seguir viajando. Y entonces seguimos.

miércoles, 27 de julio de 2016

Un río.

Lloré y entendí cómo se llenan los mares.
Descubrí la fuerza de la corriente y lo absurdo que es luchar en su contra.
Encontré marinero, encontré capitán.
Y ahora el azul es únicamente del océano.

viernes, 22 de julio de 2016

Regalo.

El amor hace que a una semana del cumpleaños de mi novia esté googleando ideas originales para envolver regalos. Yo ya no sé.

miércoles, 20 de julio de 2016

Momentos.

Un simple verano puede convertirse en «aquel verano» cuando de niño coqueteás por primera vez con la hija de unos amigos de tus papás. Salir a bailar un sábado más y terminar recibiendo el amanecer en compañía te hace acordar para siempre de «aquel sábado a la mañana». No hay manera de olvidarte de «aquel recital» la vez que viste por primera vez a tu banda favorita. Tampoco va a quedar en el olvido «aquel gol» aunque hayas hecho uno solo en tu corta carrera futbolística. Estamos llenos de detalles así que en el momento pasan desapercibidos pero con el tiempo identificamos, valoramos y guardamos en la memoria.
Acabo de darme cuenta que estoy pasando una época de mi vida que va a ser recordada como «aquel año». Descubrirlo ahora y no en un tiempo significa que realmente es especial y lo estoy disfrutando mucho. Eso me vuelve loco. Y pienso seguir haciéndolo.

domingo, 17 de julio de 2016

La Palabra.

—Hola, ¿tendrás un minuto? Venimos a traerte la Palabra de...
—Hola, estoy así nomás y hace frío. Dejá lo que quieras en el buzón.

Hoy a la mañana atendí en bóxers a dos religiosas que tocaron timbre en casa para predicar. No pudieron terminar de hablar, se rieron y no me miraron más. Creo que les alegré el día. No por lo que vieron, claro que no, sino por la situación fuera de contexto. Amo hacer eso. El fuera de contexto vale más que cualquier cosa, hace bien al que lo crea y al que lo recibe. Ojalá no me vean nunca en paños menores. O bueno, sí.

jueves, 14 de julio de 2016

Elvis Crespo también se lo preguntó.

Seguramente sea un poco de todo. O mucho de todo, no sé. 
Si me preguntan, primero que nada fue su forma de ser. Algo que con el correr del tiempo me fue confirmando que era lo que necesitaba en mi vida. Su manera de ver las cosas, positivo y negativo en cantidades necesarias. Capaz fue descubrir cómo se anima a todo aunque sienta que no. Verla interactuar con niños, adultos, familiares, amigos y compañeros de trabajo. Y conmigo. 
Después con el tiempo nos conocimos en persona y ya no hubo vuelta atrás. Supe de qué manera abraza, mueve las manos cuando habla, se ríe, habla y hace silencios todo en su justa medida. La vi merendar mientras me contaba cosas y me temblaron las piernas. La primera vez de mil.  La conocí con ropa de trabajo, de todos los días, en vestido y en modo deporte. Peinada y despeinada por el viento. Con anteojos y sin ellos. Es el día de hoy que no sé en qué versión me gusta más. Calculo que en todas de distinta manera.
Sin esforzarme mucho puedo imaginarla de cuerpo entero. Sus manos, que ya son mis favoritas del mundo. Esos lunares que tiene por todo el cuerpo y me vuelven loco. Ni hablar de los rulos salvajes, que nunca sé si ella ama u odia. Esa piel bien cuidada que disfruto llenarla de besos. Su espalda. Sus tetas. Su todo. Necesitaría un blog entero.
No sé qué de ella me enamora. Seguramente sea un poco de todo. O mucho de todo. ¿Será su sonrisa?

sábado, 2 de julio de 2016

Encuentro.

Una mirada silenciosa y los dos supieron que ya no existían más.
Esa noche, entre idas y vueltas se conocieron. No de la manera tradicional en la que uno podría conocer a otra persona. No se presentaron, ni supieron sus nombres hasta mucho más adelante. Bailaron juntos aunque separados. Compartieron mucho más que la fiesta a la que estaban asistiendo. Más adelante intentarían recordar cuándo fue, día, mes o año. Nada. Ella era muy chica para frecuentar esos lugares y él, a diferencia del resto, estaba demasiado solo.
El azar, acompañado siempre por el deseo, los llevó a buscarse en otros lugares. Virtuales como un primer blog, reales como otras fiestas a las que fueron juntos pero separados e imaginarios como algunas canciones que sin saber compartían.
Se cruzaron ya de grandes, mucho tiempo después de haberse visto por primera vez. Los dos crecidos en un montón de aspectos. Volvieron a presentarse. Hablaron al pasar de la primera vez, de la última y la mejor. Compartieron fotos de sobrinos, hablaron de sus actuales parejas y descubrieron que algo nuevo también los unía pero a su vez los alejaba. Cerraron ese encuentro con un abrazo, largo y como de agradecimiento. Se miraron y fueron para siempre. Y fueron nunca más.