miércoles, 11 de enero de 2017

Carta.

30 de septiembre de 1965

Nunca pensé que iba a terminar así.
El que encuentre esta carta que por favor se la entregue a mi querida Elisa a la dirección que adjunto al sobre. Hace interminables días que agoté todas las reservas, de alimento y mentales. Casi no queda agua en el último de los tanques y empiezo a sentir los primeros síntomas de deshidratación.
No hablo con nadie más que con una pequeña gaviota que viene a anunciarme vaya a saber uno qué. Es blanca y siempre la ilumina el sol. Para entretenerme le cuento historias, algunas verdaderas y otras no tanto. Ya relaté sobre el día que nos conocimos. Con lujo de detalle, como a vos te gusta que lo recuerde. También le conté sobre nuestros viajes por el mundo en este mismo barco en el que probablemente dé mi último suspiro. El casamiento, nacimiento de las tres hermosas hijas que tenemos y los días de tranquilidad en «La posada de Rod» allá en la capital. Hoy le conté sobre la última vez que nos vimos. Todavía siento tu perfume en mi nariz, la caricia de tu pelo en mi cuello y tus manos apretando para que no te deje.
Siempre supe que iba a terminar así. Recordándote hasta el fin.

Desde acá hasta allá, tuyo.
Y para siempre.

S.-

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