jueves, 14 de julio de 2016

Elvis Crespo también se lo preguntó.

Seguramente sea un poco de todo. O mucho de todo, no sé. 
Si me preguntan, primero que nada fue su forma de ser. Algo que con el correr del tiempo me fue confirmando que era lo que necesitaba en mi vida. Su manera de ver las cosas, positivo y negativo en cantidades necesarias. Capaz fue descubrir cómo se anima a todo aunque sienta que no. Verla interactuar con niños, adultos, familiares, amigos y compañeros de trabajo. Y conmigo. 
Después con el tiempo nos conocimos en persona y ya no hubo vuelta atrás. Supe de qué manera abraza, mueve las manos cuando habla, se ríe, habla y hace silencios todo en su justa medida. La vi merendar mientras me contaba cosas y me temblaron las piernas. La primera vez de mil.  La conocí con ropa de trabajo, de todos los días, en vestido y en modo deporte. Peinada y despeinada por el viento. Con anteojos y sin ellos. Es el día de hoy que no sé en qué versión me gusta más. Calculo que en todas de distinta manera.
Sin esforzarme mucho puedo imaginarla de cuerpo entero. Sus manos, que ya son mis favoritas del mundo. Esos lunares que tiene por todo el cuerpo y me vuelven loco. Ni hablar de los rulos salvajes, que nunca sé si ella ama u odia. Esa piel bien cuidada que disfruto llenarla de besos. Su espalda. Sus tetas. Su todo. Necesitaría un blog entero.
No sé qué de ella me enamora. Seguramente sea un poco de todo. O mucho de todo. ¿Será su sonrisa?

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